Título: Adivina cuánto te quiero
Autores: Sam
McBratney, Esther Roehrich-Rubio, Teresa Mlawer
Traducido por:
Esther Roehrich-Rubio, Teresa Mlawer
Ilustrado por:
Anita Jeram
Edición: 3, ilustrada
Editor: KóKinos, 2001
ISBN: 8488342152,
9788488342157
32 páginas
Era
la hora de dormir, la liebre de color avellana se agarraba fuertemente a las
orejas de la gran liebre color avellana.
Quería
estar segura de que la liebre grande la escuchaba.
-
“Adivina cuánto te quiero”, le dijo.
-
“¡Uf!
No creo que pueda adivinarlo”, contestó la
liebre grande.
-
“¡Así!”,
dijo la liebre pequeña abriendo los brazos todo lo que podía.
La
gran liebre color avellana tenía los brazos aún más largos:
-
“Pues
yo te quiero así”, le respondió.
-
“¡Umm…cuánto!”,
pensó la liebre pequeña.
-
“Yo
te quiero hasta aquí arriba”, añadió la liebre
pequeña.
-
“Y
yo te quiero hasta aquí arriba”, contestó la
liebre grande.
-
“¡Qué
alto…! ¡Ojalá yo tuviese brazos tan
largos!”, pensó la liebre pequeña.
Entonces
tuvo una idea: se puso boca abajo apoyando las patas sobre el tronco de un
árbol.
-
“Te
quiero hasta la punta de mis pies”, dijo.
-
“Y yo te quiero hasta la punta de
tus pies”, dijo la liebre grande color de avellana alzándola por encima de su
cabeza.
-
“Te
quiero todo lo alto que pueda saltar”, se reía la
liebre pequeña dando brincos arriba y abajo.
-
“Pues
yo te quiero todo lo alto que pueda saltar”, sonrió la
gran liebre. Y dio tal brinco que sus orejas rozaron las ramas de un árbol.
-
“¡Qué
salto!”, pensó la liebre pequeña. “¡Cómo me gustaría saltar así!”.
-
“¡Te
quiero de aquí hasta el final de aquel camino, hasta aquel río a lo lejos!”,
gritó la pequeña liebre.
-
“Yo
te quiero más allá del río y de las lejanas colinas”,
dijo la liebre grande.
-
“¡Qué
lejos!”, pensó la liebre pequeña color de avellana. Tenía
tanto sueño que no podía pensar más.
Entonces
miró por encima de los arbustos, hacia la enorme oscuridad de la noche. Nada podía
estar más lejos que el cielo.
-
“Te
quiero de aquí a la LUNA”, dijo, y cerró los ojos.
-
“Eso
está muy lejos”, dijo la liebre grande. “Eso está lejísimos”.
La
gran liebre color de avellana acostó a la liebre pequeña en una cama de hojas. Se
quedó a su lado y le dio un beso de buenas noches.
Luego
se acercó aun más y le susurró con una sonrisa: “Yo te quiero de aquí a la luna… Y VUELTA”.
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